Por: Pedro J. Dominguez, colaborador de Mi Mundo Travel Planner
De Omán se dice que es la tierra de Simbad el marino, el país del incienso, un lugar envuelto por la magia de una Arabia feliz y navegante, donde los colores del azul profundo de un mar bellísimo se mezclan con los tonos ocres de la tierra y el negro y el rojizo de unas montañas bellísimas.
Es un destino que no suele ser muy usual pero que tiene una fuerza arrolladora cuando se lo conoce.
ENCUENTRO CON LOS OMANIES
Llegamos al aeropuerto internacional de Muscat un veintiocho de diciembre y una vez pasados los trámites de visado previo pago de unas tasas cercanas a los quince dólares por persona ya encontramos algunas cosas agradables.
La primera es que los omaníes son serios pero de trato afable, y, orgullosos de su país, no son arrogantes con el turista.
El occidental es bien recibido y de una forma natural expresan la ancestral cortesía de los árabes que tanto se ha perdido en otras partes del mundo musulmán.
Su versión del Islam, una tercera vía a los suníes y los chiítas, el ibadismo, se caracteriza por ser bastante más tranquila y tolerante. De hecho es de los pocos países que no cuenta con extremismos entre su población.
Es definitivamente un país muy seguro y se puede circular por su geografía sin riesgo alguno. Obviamente debemos respetar las más elementales normas de cortesía y respeto que se marcan en lugares sagrados y vestir con normalidad, ni más ni menos.
MUSCAT, UNA CAPITAL AGRADABLE
Otra sensación fue descubrir que Muscat, su capital, era una agradable ciudad costera que se alargaba al lado del mar sin grandes edificios.
El sultán Qabus ha prohibido expresamente construirlos de más de siete alturas para así preservar su personalidad frente a otros países enfurecidos por una fiebre de rascacielos que no encajan en la templanza omaní.
La figura del sultán, hombre educado en Gran Bretaña, está presente en todos los lugares y es bastante respetada y querida por la población.
Es evidente que no se puede juzgar desde fuera un sistema político, pero lo poco que se puede intuir en unos días parece que este gobernante maneja Omán con bastante sentido común reflejado en un orden notable para un país de esa parte del mundo, con un sereno desarrollo, sin perder un ápice el sabor de su legado histórico.
Por ejemplo, la ciudad vieja de Muscat y en general el país, es sin duda alguna el más limpio de los países del golfo y comparable a un país europeo (de los limpios, quiero decir…).
El viejo Muscat y el entorno costero de Mutrah es una delicia con su ajardinamiento y sus calles bastante cuidadas.
La ciudad merece una visita por lo coqueto de su emplazamiento, por lo agradable de su zoco (aunque ya sabemos que solemos encontrar poco más o menos lo mismo desde Estambul hasta Karachi en estos mercados árabes), por la geografía árida y arisca de sus montañas que mueren en el mar en su parte sur, por su sol que templa unos veintiocho grados en las horas centrales del invierno con una brisa suave procedente del mar…
Y algunos de sus lugares de interés tales como la gran Mezquita o el edificio de la Ópera, merecen sin duda una visita de medio día.
El primero de ellos, la Gran Mezquita del sultán Qabus no es tan espectacular como la de Abhu Dabi (sin duda uno de los edificios más bellos del mundo que han contemplado mis ojos al anochecer), pero es sobresaliente. Armónica en sus líneas, bellísimo interior y unos jardines exteriores preciosos, merece la pena.
El otro edificio, el de la Ópera no pudimos llegar a disfrutarlo en una representación, pero sin duda se ha puesto mucho interés en ser un gran atractivo de la ciudad.
Creo que merece la pena, por lo singular, escuchar alguna obra allí, puesto que está dentro de los grandes circuitos de música clásica y llegan figuras y orquestas de renombre mundial.
Y por supuesto hay muchas cosas más: cenar en el maravilloso hotel Chedi Muscat (mejor hospedarse claro está) en la terraza o en el interior, que tanto da…, o pasear por los alrededores del palacio del sultán, ir al museo francés de Omán o al Bait Al Zubair…, es sin duda un destino para un par de días deliciosos.
ADENTRARSE EN LAS TIERRAS DE SIMBAD
El resto del país tiene el problema de las distancias, y en nuestro caso no pudimos más que dar un par de pinceladas: caminar por el wadi Shab, visitar la ciudad de Sur, con su pequeño puerto pequero y acercarnos a contemplar el desove de tortugas y llegarnos hasta Niwza, la ciudad cultural y corazón religioso de Omán.
TORTUGAS MARINAS
Tengo que decir que Omán es un destino para ver tortugas marinas de primer orden.
En la reserva de Ras al Jinz, más de veintidós playas tienen permanentemente nidos de tortugas durante todo el año, aunque la temporada fuerte es, según nos dijeron, entre mayo y junio.
Lo cierto es que sólo dos playas están abiertas para que el turista pueda ver el espectáculo y aunque a mí me pareció una intromisión en la intimidad de las tortugas y que existen turistas que deberían ser expulsados de la tierra por su falta de respeto con tal de hacer una foto, en general se tiene mucho cuidado con los animales.
Es algo frágil pero hermoso. Sólo pido a quien vaya que lo tenga en cuenta y atienda a los requerimientos de los guías y se comporte con cuidado.
NIZWA, UN OASIS DE PALMERAS
Nizwa también merece una visita. Una ciudad en un oasis repleto de palmeras entre unas cordilleras negras y rojas cortadas a cuchillo.
Un horizonte de una belleza espectacular y con una fortaleza medieval reconstruida con cuidado y un zoco muy notable. Si alguien quiere comprar cosas interesantes debe ir a este mercado lleno de incienso, frutos secos y dátiles, verduras y especias, cajas de madera de sándalo antiguas y en general productos, esta vez sí, omaníes.
Después de callejear en las primeras horas del día, es obligado ir las montañas de Jebel Akdhar a algunos de sus miradores, o mejor aún, realizar algún pequeño trecking por las impresionantes crestas y desfiladeros.
WADI SHAB
Si completamos el viaje con alguna caminata por el curso de un wadi (como por ejemplo el wadi Shab) y una visita a las fértiles montañas Dohar en Shalalah y sus árboles de incienso podemos decir que hemos punteado un país de tremendo atractivo.
LA MAGIA DE UN PAIS ÁRABE
Volver a sentir la magia de un país árabe, con esa cultura poderosa y personal, con ese perfume misterioso lleno de encanto que envuelve a un viajero transportado a las mil y una noches… esto es sin duda algo a lo que no estamos acostumbrados.
Un país apacible, lleno de belleza y vigor, de personalidad serena y de magia histórica y cultural. Eso es Omán. Un destino que no decepciona y que recomiendo sin lugar a dudas para aquellos que buscan algo, todavía, auténtico.
FICHA BREVE
CUANDO: En los meses de noviembre a Enero
CUANTO: De cinco a nueve días.
POR QUÉ: Porque quedan pocos lugares para ver un genuino país árabe sin jugarse la vida.
QUIEN: Apropiado para todos, familias y aventureros.
CÓMO SE LLAMA: Asequible, no es un destino especialmente caro.
Excelente descripción y recorrido por un país no conocido suficientemente y que tras el recorrido histórico, cultural y urbano realizado por Pedro J. Dominguez nos crea un creciente interés por conocerlo. Enhorabuena a mimundotravel por abrimos e invitarnos a conocer nuevos caminos y realidades aún por descubrir. Sin duda nos espera Omán tierra de Simbad el marino
Gracias Diego. Realmente apetece mucho conocerlo!!
Interesante info y bellas fotos. He tomado nota de tus consejos. Una pregunta: Desde Sur ¿has podido hacer el recorrido en Ferry hacia Aija? He leído que es sensacional. Gracias desde ya.