Por: Leonor Asón – colaboradora de Mi Mundo Travel Planner
“A mí es que me gusta veranear con sol”.
Me he pasado toda la vida escuchando a mis amigos decirme esto cuando les proponía ir a Cantabria en verano.
Yo, que llevo veraneando allí toda mi vida, en un pueblucho que nadie conoce, cada vez me enamoro más de la tierruca.
Para los amantes de la naturaleza y la buena comida, Cantabria es un paraíso terrenal lleno de rincones que explorar.
Playas
Si bien es cierto que el norte de España se conoce por lo mucho que llueve, también sale el sol, sí sí ¡en Cantabria hace sol!
Hay numerosas playas que explorar, cada una con su propio encanto incluso en el nombre: la Playa del Camello, Playa de los Locos, Playa de los Bikinis, de los Peligros…
Os recomiendo la Playa de Portio y la Playa de la Arnía, son realmente impresionantes.
Cabárceno, parque de la naturaleza
Un plan ideal para ir con niños…o sin ellos, este parque acoge un poco menos de 120 especies animales de todos los continentes y cuenta con más de 20 kms de carreteras para poder explorarlo y llegar a los diferentes recintos.
Una dosis de aventura
Para los más curiosos y exploradores, Cantabria cuenta con numerosas cuevas además de las mundialmente conocidas Cuevas de Altamira.
En Puente Viesgo se encuentra la Cueva del Castillo, patrimonio de la humanidad de la UNESCO desde 2008.
La Cueva El Soplao, en la sierra de Arnero, es espectacular y cuenta con visitas guiadas a través de las galerías de incontables estalactitas y estalagmitas.
Yo he ido tres veces y no me canso de verla. Incluso he asistido a un concierto de música clásica en el interior, una experiencia única.
Por supuesto, no nos podemos olvidar de las famosas cuevas de Altamira, las originales no se pueden visitar ya que se cerraron al público hace tiempo, pero la réplica es igualmente impactante.
Si os sentís un poco más aventureros podéis probar a adentraros en el laberinto de Villapresente, siendo el más grande de España es un reto ¡desde luego! pero sin duda un plan único.
Rutas
El Faro del Caballo, es para mí un auténtico must de Cantabria. No os dejéis intimidar por los 700 escalones que hay que bajar para llegar.
Estos escalones tienen su historia, ya que fueron los presos del Cuartel del Presidio de Santoña y los reclusos del El Dueso quienes los colocaron y acondicionaron.
El faro se encuentra en el monte del Buciero en Santoña y tiene un agua que parece caribeña. Aunque esté un poco más fresquita, da gusto el chapuzón.
Os recomiendo la ruta entera porque es un paisaje increíble, aunque no os preocupéis, ¡se puede llegar al faro también en barco! Además, estando en Santoña tenéis una buena excusa para comprar anchoas, ¡son las mejores!
Si disfrutáis con una buena caminata, no os podéis perder el camino hasta Tresviso, el pueblo más aislado de Cantabria.
Es una buena dosis de verde y aire fresco. Por supuesto, hay muchísimas rutas en la provincia, por ejemplo, la puesta de sol en Alto Campo es inolvidable.
Ciudades y pueblos
No se me puede olvidar mencionar los pueblos que se pueden visitar, como Santillana, Comillas, San Vicente de la Barquera, Bárcena Mayor o Liérganes. Son acogedores y cada uno con su propia personalidad.
Liérganes es poco conocido, pero está considerado uno de los pueblos más bonitos de España.
Mi familia y yo vamos los días de lluvia a tomar un buen chocolate caliente.
Merece la pena ir al puente romano a hacerse una foto y visitar al famoso hombre pez que, cuenta la leyenda, desapareció allí y llegó nadando hasta Cádiz donde lo atraparon.
Si Cantabria hace honor a su fama, para uno de esos días lluviosos recomiendo comer en el restaurante Fuentebro, no hay nada como disfrutar de un buen cocido montañés en el nacimiento del río Ebro.
Santillana del mar tiene un gran valor histórico-artístico y vale la pena perderse paseando por sus bonitas calles.
También conocida como la villa de las tres mentiras, alberga en su interior la colegiata de Santa Juliana del siglo XII, por donde pasa el camino de Santiago costero.
Si os animáis, podéis hacer una ruta a caballo por la zona.
Comillas, antigua sede de la conocida universidad debe visitarse entre otras razones por El Capricho de Gaudí.
Todos hemos quedado cautivados con la belleza de sus obras en Barcelona y esta no se queda atrás, cuenta incluso con una estatua del arquitecto con la que hacerse una foto.
El palacio del marqués de Comillas, obra de otro arquitecto catalán Joan Martorell dista mucho del estilo del Capricho pero es sin duda igualmente bonito.
Si queréis ver las auténticas casonas cántabras id a Bárcena Mayor, un pueblo con encanto montañés y un entorno de ensueño, repleto de hayas y robles.
San Vicente de la Barquera es una villa pescadora y marinera situada en pleno Parque Natural de Oyambre, de la cuál no os podéis ir sin ver la inesperada playa de Prellezo.
Destaca el castillo y la iglesia de Santa María de los Ángeles, en lo alto de la villa ambos se hacen notar y adornan el casco viejo. Podéis probar un buen plato de sorropotún, una marmita de bonito muy típica de la villa.
Sin duda, recomiendo un buen paseo por la bahía de Santander con un helado de Regma (tamaño norteño asegurado), y llegar hasta lo que, para mí, es la joya de Santander, el palacio de la Madalena.
Puedes conocerlo en su propio trenecito para visitantes, el madaleno.
Recientemente se ha añadido al “skyline” de esta ciudad el Centro Botín, el edificio está parcialmente suspendido sobre el mar, lo cual se puede apreciar mejor cuando se visita el interior en el que se realizan exposiciones de arte y actividades culturales.
Aprovechad y coged la lancha hasta la Playa El Puntal, se puede incluso tomar unas rabas en un chiringuito en la propia playa y pasear por los 7km de la misma.
Por supuesto, son mis recomendaciones y os propongo que investiguéis antes de ir porque hay muchas cosas que no me caben en este post. Ya sabéis lo que dicen, CANTABRIA ES INFINITA.
Qué maravilla Santander y toda esa comunidad autónoma, gracias