Por: Amalia Blanco
Me da pena que los hijos se vayan haciendo mayores y que los viajes familiares vayan a ser cada vez más difíciles de organizar.
Empiezan a tener sus vidas, parejas, trabajo e hijos… y aunque hacen esfuerzos para organizarse (es un chollo que los padres te inviten!!), en algún momento eso se terminará y lo echaremos mucho de menos.
Aunque ya tenemos alguna ausencia, de momento los seguimos disfrutando; y os lo aconsejo de corazón: si podéis, viajad con vuestros hijos. Es maravilloso compartir la experiencia y tener la ocasión de estar con ellos tanto tiempo.
Este año el destino elegido ha sido Sri Lanka, una preciosa isla al sureste de la India y al norte de Maldivas, la antigua Ceilán.
Pocas islas en el mundo ofrecen su diversidad; desde ciudades antiguas a plantaciones de té, impresionantes playas en el Indico, templos budistas, parques nacionales una gran variedad de vida salvaje y una mezcla fascinante de culturas, razas y religiones.
Una duda que surge siempre es cual es la mejor época para ir. Aunque lo ideal es de octubre a abril, en Sri Lanka hay dos temporadas de monzones que afectan a diferentes partes del país en diferentes momentos, por lo que se puede visitar en cualquier época del año, pero con un buen asesoramiento sobre las zonas a visitar dependiendo del momento.
Aterrizamos de madrugada en el aeropuerto de Colombo y un coche nos recogió para llevarnos hacia el norte, a la zona conocida como triángulo cultural.
Nos alojamos en un hotel maravilloso (el Uga Ulagalla), así que ese primer día lo dedicamos a descansar y a disfrutar del hotel, de sus instalaciones y de sus actividades; por la tarde fuimos en 4×4 a conocer los alrededores y nos organizaron un picnic ideal viendo atardecer.
El segundo día lo dedicamos a Anuradhapura y Sigiriya.
Pasamos la mañana recorriendo algunos de los muchos sitios arqueológicos que hay en Anuradhapura, antigua capital de la isla durante más de 1000 años, desde el siglo IV a.C. hasta el siglo IX d.c. En su apogeo, la ciudad contaba con monasterios y casas de más de 10.000 monjes, muchos de esos monasterios y colosales dagobas aún se pueden ver.
La ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1982 y a lo largo de sus más de 40 km cuadrados visitamos jardines reales, estanques, templos, estatuas y sus dagobas más importantes.
Las dagobas son las más grandes de Sri Lanka, y fueron – en la mismo época que las pirámides de Egipto-, las segundas estructuras más grandes del mundo (tras las pirámides de Ghiza). Especialmente interesante la Dagoba Jetavanaramaya, una impresionante estructura de ladrillo.
También nos gustó mucho la visita Sri Maha Bodhi, la Higuera Sagrada. Se trata del árbol plantado por el hombre más antiguo del que se tienen registros, allá por el año 288 a.C. La leyenda cuenta que fue plantado con un esqueje del árbol Bodhi, árbol sagrado en el que se dice que Buda recibió la iluminación.
La tarde y bajo una tormenta impresionante fuimos a Sigiriya.
Esta antigua fortaleza rocosa que se eleva abruptamente en el paisaje y alcanza más de 200 metros de altura ha sido catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Es conocida como la Roca del León, construida encima de una enorme roca volcánica en el siglo V. La piedra y antigua fortaleza y las ruinas del Palacio fueron descubiertas durante la dominación británica en 1831. Pese al aguacero, hicimos la “escalada” (1200 escalones).
La primera parte es sencillita, paseando entre jardines; después empieza el ascenso y es duro, pero perfectamente realizable aunque no estés muy en forma; además hay un par de zonas de descanso. A lo largo del ascenso, se pueden ver frescos antiguos, que evocan las cuevas Ajanta de la India.
El tercer día seguimos en el triángulo cultural. Comenzamos la mañana visitando las cuevas de Dambulla , el ‘Templo de oro de Dambulla’. Este sitio Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1991, es el complejo de templos-cuevas más grande y mejor conservado de Sri Lanka.
A pesar de las múltiples cuevas de este templo dorado, se considera que hay cinco cuevas principales, que se encuentran en la cima de una roca, por lo que también es conocido como el Rock Temple.
El interior de las cuevas está cubierto por pinturas que tienen una superficie total de más de 2000 metros cuadrados. Hay además pequeñas estupas y esculturas de Buda. Si a esto le añades una naturaleza deslumbrante hace que Dambulla haya sido para mi una de las mejores visitas del viaje.
Nuestro recorrido por el triángulo cultural terminó en Polonnawara, la capital medieval de Sri Lanka, es la segunda gran ciudad más antigua de los reinos cingaleses y en ella encontramos uno de los lugares arqueológicos mejor conservados del país y también Patrimonio de la Humanidad.
Dentro de las murallas de la ciudad, que recorrimos en bicicleta, se encuentra el edificio del Palacio y docenas de dagobas, templos y varios edificios religiosos.
Su belleza fue también utilizada como decorado para escenas del videoclip de Duran Duran Save a Prayer en 1982.
Y otro imprescindible de esta preciosa ciudad es la visita a los Budas de Gal Vihara; 4 grandes budas esculpidos en una pared rocosa. Uno de ellos está tumbado y se considera la estatua más perfecta de Sri Lanka.
Abandonamos el triángulo cultural en dirección a Kandy; es la segunda ciudad más importante del país (después de Colombo) y la última capital de los reyes de Sri Lanka. Merece la pena conocer su mercado lleno de verduras, frutas y especias raras y maravillosas. Destaca el lago Kandy, al norte del cual se encuentra el Templo del Diente, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y lugar importante para el culto budista, ya que se dice que albergaba una reliquia del diente de Buda.
En Kandy cogimos el famoso tren que nos llevó hasta la maravillosa zona montañosa de Nuwara Eliya.
Conocida por sus increíbles paisajes y abundantes plantaciones de té, también llamada «Little England», ya que la ciudad cuenta con paredes de ladrillo rojo de estilo británico, y un club de campo muy inglés.
Los alrededores ofrecen impresionantes vistas de valles, prados, montañas y vegetación, plantaciones de té, cascadas y montañas.
Es la zona ideal para poder realizar actividades variadas: visitas a las plantaciones de té, pasear por los jardines, o acercarse a la cascada. El trekking que hicimos a través de las plantaciones de té fue uno de los mejores momentos del viaje.
Y continuamos con naturaleza visitando el Parque Nacional de Yala. Hicimos un pequeño safari y tuvimos suerte porque vimos elefantes (incluso una pelea entre 2 machos a 3 metros de distancia), leopardos, cocodrilos e infinidad de aves, monos y bueyes de agua.
Pero lo mejor de todo fue el hotel, el Uga Chena Huts, una preciosidad al borde del océano Indico y donde vivimos una experiencia inolvidable.
Estábamos cenando y se nos acercó una persona del hotel que muy serio nos dice: “Disculpen, hay un elefante en recepción. Por si quieren acercarse a verlo”. Por supuesto, quisimos. Cuando después de cenar nos íbamos a dormir, el elefante se había instalado delante de nuestra habitación y tuvimos que llamar para pedir ayuda y poder acceder. Fue emocionante aunque visto en perspectiva, creo que fuimos un poco inconscientes.
Y de Yala a Galle; es el mejor ejemplo de ciudad amurallada construida por los portugueses en el sur de Asia en el siglo XVI.
Fue ampliamente fortificada por los holandeses en el siglo XVII. Cuando se entra por las puertas de la ciudad vieja de este sitio declarado Patrimonio de la Humanidad, no se puede dejar de notar las grandiosas casas coloniales y las boutiques y, por supuesto, las hermosas playas a las afueras de la ciudad.
Dedicamos la última mañana a pasear en bicicleta por la zona; a dar una bonita vuelta en barca y por supuesto a hacer una visita a los pescadores sobre zancos famosos de Sri Lanka.
Y antes de poner rumbo a Maldivas (los vuelos de Colombo a Male son baratos y conviene aprovechar), terminamos nuestro viaje con una breve visita a Colombo, la capital de Sri Lanka y una maravillosa cena en The Ministry of Crab.
Sri Lanka es, sin lugar a dudas, uno de nuestros destinos favoritos. Y en parte se lo tenemos que agradecer a Devinda Premathilaka, el gran guía (y gran fotógrafo) que tuvimos durante todo el trayecto
Y ya hemos empezado a preparar el viaje familiar de 2024. Ni más ni menos que Japón!!!
Mi Mundo Travel
Por experiencia sé cómo organiza Mi Mundo los viajes y este me parece apetecible a más no poder. Muchas gracias Amalia por recrearlo para mi 😉