Por: Amalia Blanco
Tras el viaje a Omán en octubre del 21 , el destino que mi hija eligió para otro mano a mano ha sido Corea del Sur!
¿Y por qué un viaje a Corea del Sur? Porque es una fan total de todo el audiovisual coreano y japonés. Se lo ve todo!. Además, en A Contracorriente también nos gusta mucho el cine coreano. Hemos estrenado películas como The Host, Train to Busan, Minari (película americana pero protagonizada por una familia coreana. La que hace de abuela, Youn Yuh-jung. ganó un Oscar en 2020) The Hunt, protagonizada por el protagonista de El Juego de el Calamar, etc
Y me vienen muy bien sus elecciones “extrañas” porque a Mi Mundo nos piden pocas propuestas para este destino, por lo que lo conocíamos poco.
Día 1: Madrid-Seul
No hay vuelos directos, así que tras muchas horas de viaje llegamos al aeropuerto de Incheon.
Nos recogió un coche fantástico. Era tan espectacular que cuando llegamos a los sitios la gente se quedaba mirando a ver si era una estrella del k-pop o de Hollywood quién bajaba. Se quedaba un poco defraudados al vernos.
En el camino, hicimos nuestras primeras paradas.
Visitamos en templo de Jeondeungsa, uno de los templos budistas más antiguos e importantes del país situado además en un precioso entorno.
Fundado en el siglo IV, en esta visita aprendimos mucho de la historia del budismo coreano y de su arquitectura, ya que es uno de los mejores ejemplos.
Fue un templo importante durante la última época del período Goryeo (918-1392) cuando el Rey Gojong decidió que en este templo se realizasen los bloques de madera de la Tripitaka coreana, una de una de las colecciones más completas y antiguas de escrituras budistas en el mundo, que ahora se encuentran en otro templo: el Haeinsa, del que os hablaré más adelante.
Hicimos también una parada en Aegibong. Es una colina y un mirador conocido por su importancia histórica y su vista panorámica sobre Corea del Norte, Se trata de un lugar con un profundo significado emocional para los surcoreanos ya que representa la esperanza de reunificación y el recuerdo de las dificultades pasadas. Lo que se ve en la foto es todo lo que vimos de Corea del Norte.
Y llegamos a Seúl, al hotel Four Seasons donde nos alojamos. Está muy bien situado así que aprovechamos la noche para pasear por la zona más turística de Séul antes de ir a cenar una barbacoa coreana.
Día 2 – Seúl
Cuando viajo, una de las cosas que más me gustan es levantarme al amanecer y pasear por las ciudades vacías.
Eso hice en Seúl con la suerte de que el hotel estaba cerca del Cheong-gye-cheon, que es un paseo de casi 8 km construido sobre un arroyo y lleno de agua, vegetación, cascadas, puentes, obras de arte. No lo recorrí entero, pero fue una delicia de inicio de día.
Volví al hotel, y tras desayunar empezamos nuestra ruta por Bukchon (Pueblo del Norte) , el pueblo de hanocks que es como se llama a las casas tradicionales coreanas.
Tiene más de 900 y aunque suele haber bastante gente, creo que la pandemia y la hora a la que fuimos nos permitió perdernos casi solas por sus calles. Es bonito ver el contraste entre las construcciones tradicionales y la ciudad moderna al fondo.
De ahí nos fuimos al precioso palacio de Changdeokgung del siglo XV.
Patrimonio de la Humanidad hay quien dice que es el más hermoso de los cuatro palacios principales de Seúl. Además de las preciosas construcciones arquitectónicas, es imprescindible pasear por el Huwon (Jardín Secreto) donde hay un conjunto de pabellones al borde de un estanque de nenúfares.
Y para visitar el Palacio de Gyeongbukgung, Palacio de la Felicidad Brillante, pasamos antes por una tienda de alquiler de hanbocks, el traje típico coreano y con esas pintas hicimos la visita, incluido el cambio de guardia. La verdad es que para algunos a lo mejor es un poco friki y turistón, pero nos encantó hacerlo y las fotos quedaron preciosas.
Terminamos el día subiendo a la Seul N Tower, donde disfrutas de unas fantásticas vistas de la ciudad y paseando por el Namdaemun Market. Con más de 11,000 tiendas, es un lugar fantástico para encontrar recuerdos y para probar la comida callejera coreana.
Día 3 – Seul – Punggi – Andong
Camino de Andong visitamos la academia confuciana de Sosuseowon del siglo XVI, la primera academia privada que se estableció en Corea. Tiene dos secciones: una para estudios y otra para culto. Así como la actividad educacional terminó hace muchos años, ceremonias siguen realizándose un par de veces al año.
Pasamos por Punggi donde recorrimos el mercado de ginseng y donde vimos lo que es el ambiente rural de una ciudad remota de Corea.
Llegamos a Andong, una ciudad de 180,000 habitantes que es famosa por el soju (vodka coreano), las máscaras de madera y sobre todo porque está cerca de la aldea tradicional Hahoe, que fue declarada Patrimonio De la Humanidad.
Hicimos una pequeña excursión atravesando la pasarela de madera que une la ciudad de Andong con una aldea tradicional y recorrimos su mercado donde probamos la joya culinaria de la zona: el Jjimdak, un pollo estofado con verduras y fideos en una salsa de soja dulce y picante.
Y terminamos nuestro día en Hahoe (Río que Regresa), una preciosa aldea Patrimonio de la Humanidad, con más de 500 casas tradicionales y sitio magnífico para descubrir la Corea más tradicional.
En este sitio residen todavía más de 200 vecinos. Algunas de las casas están preparadas para poder quedarte a dormir. Y eso hicimos en el Bukchondaek Hanok. Para mi, una de las experiencias imprescindibles del viaje.
Día 4 – Andong – Yeongdeok – Pohang – Gyeongju
Tras levantarnos para disfrutar de un desayuno tradicional coreano y despedirnos del dueño de la casa, nos pusimos en marcha para recorrer los 240 km que separan Andong de Gyeongju. Pero hicimos varias paradas interesantes por la costa este del país.
Hicimos una parada en Ganggu, que es el centro más importante de comercio del cangrejo de nieve coreano y Homigot donde es muy conocida una escultura de bronce de una mano que emerge del mar. Dicen que es el sitio donde primero sale el sol en Corea por lo que es muy famosa su celebración en año nuevo.
Y llegamos a Gyeongju, que es conocido como el “museo sin paredes”. Tumbas, pagodas, estatuas, palacios…. Es una ciudad preciosa.
Día 5 – Gyeongju
Visitamos un par de templos budistas Patrimonio de la Humanidad:
* el Seokguram (templo de la gruta de piedra). Es una gruta situada en un lugar mágico en las montañas donde hay una famosa estatua de buda tras un cristal que no se puede fotografiar.
* el Bulguksa (templo del mundo de Buda) con unos preciosos accesos con puentes que son tesoros nacionales, impresionantes puertas y un par de pagodas muy antigüas.
También hicimos una rápida visita al Museo Nacional de Gyeongju, probablemente el mejor museo de historia de Corea.
Una corona de oro del siglo V y todos los tesoros que se encontraron en las tumbas de los reyes Silla, los hallazgos arqueológicos del estanque Anapji, y la campana del rey Seongdeok del siglo VIII, que dicen se puede oír en más de 3 km a la redonda, son algunas de las cosas que vimos.
Conocimos también el observatorio astronómico más antiguo de Oriente, el Cheomseongdae, que significa plataforma para observar las estrellas y donde cada piedra tiene un simbolismo. Su diseño oculta una gran complejidad.
Y el muy impresionante Tumuli Park, que alberga 23 tumbas de reyes Silla y sus parientes. Vistas desde el exterior parecen montículos de hierba. Una de las tumbas se puede visitar y te haces una idea perfecta de como eran y hay también réplicas de los tesoros que se excavaron en 1973 y cuyos originales están en el Museo.
Ya aprovechando el anochecer dimos un paseo por el parque donde se encuentra el Palacio Donggung y el estanque Wolji. Es bonito ver como las diferentes construcciones se reflejan en el agua del estanque. También nos acercamos al Puente Woljeonggyo, que aunque es una réplica merece la pena recorrerlo.
Día 6 – Gyeongju – Busan
Y nuestro viaje continuó a Busan, la segunda ciudad más grande de Corea y el principal puerto de el país. Coincidimos con la celebración del Festival Internacional de cine de Busán.
La lonja de pescado de Jamalji, el único cementerio de Naciones Unidas del mundo donde están enterrado 2300 soldados de los 11 países que apoyaron al sur en la guerra de Corea, el parque Yongdusan donde se encuentra la torre de Busán con unas magníficas vistas, y la calle Gwangbokro al lado del parque y llena de tiendas son, junto con el pueblo cultural de Gamcheon las principales visitas que hay que realizar en esta vibrante ciudad.
Gamcheon es un lugar apasionante. Construido en la ladera de una colina, fue en 2009 cuando una reforma que realizaron los estudiantes, lo convirtió en destino turístico. Está llena de casas de colores, cafés, tiendas, murales, galerías de arte… un sitio ideal para un buen paseo y una buena sesión de fotos…
Y no podía faltar un paseo por Haeundae, la playa más famosa del país; aunque cuando veo que hay quién habla de un centro vacacional de categoría mundial creo que se pasan un poco…
Día 7 – Busan – Buyeo
Fue un día con mucho coche, pero donde visitamos algunos sitios muy especiales. Nuestra primera parada fue el templo Haeinsa que se encuentra en el maravilloso entorno natural de Gayasan. En este templo se guarda la tripitaka coreana: 81.258 textos sagrados grabados en planchas de madera de los que os hablé anteriormente.
Es Patrimonio de la Humanidad y uno de los sitios más especiales y mágicos que visitamos en este viaje. Llegamos a las 10 de la mañana, momento en que había una ceremonia de oración lo que hizo la visita todavía más especial.
Y de ahí hacia Buyeo que es una bonita y tranquila ciudad donde ya por la tarde recorrimos otro parque arqueológico con tumbas selladas 8 (también colinas cubiertas con hierba), pero donde está recreada la más importante de todas, la del rey Seong; dimos un paseo por el estanque Gungmanji
Y visitamos el templo Jeongnimsaji de la época Baekje. Lo único que queda de él es una pagoda de cinco pisos y más de 8 metros de altura.
Día 8 – Buyeo – Suwon – Seúl
Madrugamos bastante porque queríamos tener el mayor tiempo posible en Seúl, pero antes queríamos visitar otro Patrimonio de la Humanidad: la fortaleza Hwaseong en Suwon; es una fortaleza del siglo XVIII que mide casi 6 km y tiene puertas, torres de vigilancia, pabellones. Merece mucho la pena recorrerla.
Y desde ahí terminamos nuestro viaje pasando el resto del día en Seúl recorriendo el barrio de Gangnam y de compras por Insadong-gil para terminar paseando de nuevo por el mercado Nandaemum probando más comida callejera.
Y al día siguiente madrugamos para ir al aeropuerto para volver.
Es un viaje que cuanto más recordamos más nos gusta y más conscientes somos de las maravillas que vimos. Desde la bulliciosa y ajetreada Séul a los maravillosos templos rodeados de naturaleza, cada rincón de Corea nos ofreció algo especial.
Stephanie, nuestra guía y Mr. Kang, nuestro conductor fueron magníficos profesionales y magníficos fotógrafos. Sin necesidad de pedirles nada fueron todo el viaje haciéndonos fotos. Yo creo que mi hija Amalia y yo nunca hemos tenido tantas fotos juntas.
¿Alguna vez has pensado en hacer un viaje a Corea del Sur? Te lo recomendamos 100%
Mi Mundo Travel Planner