Por: Amalia Blanco
Escapada a Oporto
Cada vez que hago un viaje por Europa, termino convencida de que no hay nada más bonito. Da igual la región que elijas de Alemania, Italia, Francia, Portugal, Grecia…. Y España, por supuesto.
Todas son maravillosas y sí, Europa es espectacular.
Para terminar este verano de 2021, elegimos el norte de Portugal con una escapada a Oporto y sus alrededores. Como nos gusta movernos a nuestro aire, alquilamos un coche al llegar.
Además de dedicar muchas horas a patear Oporto, viajamos al norte para conocer Braga y Guimaraes; al sur para disfrutar de Aveiro y Costa Nova y al este donde pasamos dos días maravillosos en el Valle del Douro.
En este post me voy a centrar sólo en Oporto y ya escribiré otro sobre los alrededores.
Oporto, la ciudad Barroca
Conocí Oporto a principios de los 90 y la verdad, no me enamoró.
Más allá del paseo en barco me pareció una ciudad decadente y no demasiado cuidada.
Qué impresión tan diferente me llevo ahora, casi treinta años después.
Todo su centro histórico está clasificado como Patrimonio de la Humanidad.
El vino de Oporto es una de las señas de identidad de la ciudad y la costa de Vila Nova de Gaia está llena de bodegas famosas.
Oporto también es conocido como la ciudad barroca y hay un nombre que brilla con luz propia: Nicolau Nasoni que se encargó de construir los monumentos más significativos de la ciudad.
Nuestro hotel estaba en la Avenida de los Aliados por lo que nuestros recorridos empezaban y terminaban allí.
En la parte alta de esta Avenida está el Ayuntamiento. Desde allí y por la rua Fernandes Tomás, queríamos visitar el mercado de Bolhao, pero estaban rehabilitándolo y no pudimos entrar.
Seguro que hacen algo muy bonito, pero me temo que perderá parte de su encanto.
Seguimos esa calle hasta cruza la famosa Rua Santa Catarina y justo en el cruce está la Capilla de las Almas que tiene un precioso mural de azulejos tanto en la fachada principal como en la lateral que narran la vida de los santos.
Bajamos esta calle haciendo una parada para tomar un café en el Majestic (dicen que es uno de los 10 cafés más bonitos del mundo).
Casi al final de la calle y tras ver la Iglesia de San Ildefonso, bajáis la rua 31 de Janeiro hasta llegar a la estación de San Bento, que tiene un impresionante recibidor.
Son 550 m2 forrados por unos 20,000 azulejos. Justo enfrente está la Iglesia de los Congregados.
Al salir de la estación, veréis a mano izquierda una calle que os lleva hasta la colina de Pena Ventosa donde se encuentra una de las joyas imprescindibles: la Catedral.
Visitadla y disfrutad con tranquilidad de las maravillosas vistas de la ciudad que desde allí tenéis. Nos os perdáis el claustro gótico de fines del XIV con dos pisos decorados con bonitos paneles de azulejos.
Si volvéis un poco sobre vuestros pasos os encontraréis la Iglesia de Santa Clara, una de las más bonitas de la ciudad.
También al lado tenéis el funicular de Guindais que os llevará hasta la Ribeira y hacia el famosísimo puente de Luis I.
Pasead por la Ribeira, contratad un paseo por el río, disfrutad de las vistas antes de comenzar el camino de subida para ver el Palacio de la Bolsa y la Iglesia de San Francisco.
Están pegados y las entradas son caras (10 Euros por persona en cada uno de los sitios), pero merece la pena.
De hecho, el Palacio de la Bolsa ocupa el espacio que ocupaba el convento de la Iglesia de San Francisco. Tiene una austera fachada neoclásica que da paso a un recibidor, el Patio de las Naciones.
Es un patio con 19 metros de altura y una gran cúpula metálica acristalada.
Tras subir una escalera monumental hay varias salas (la de los retratos, la de las Audiencias, la del Presidente, la Dorada, la del Tribunal)… pero la que más impacta es el Salón Árabe.
Dicen que está inspirada en la Alhambra y que verla justifica la visita, pero a mí me pareció recargada…
La Iglesia de San Francisco hay quién la califica como Iglesia de Oro porque todo su interior está inundado de tallas doradas. Impresionante el retablo del árbol de Jesé.
Y seguimos subiendo y llegamos a la Torre de los Clérigos del siglo XVIII y uno de los iconos de Oporto.
Subir los 240 escalones creo que compensa por las magníficas vistas que desde allí se tienen.
A mi después de un día agotador, no me compensaba y me conformé con admirarla desde abajo.
Pegada a la Torre hay también una bonita Iglesia dedicada a la Virgen de la Asunción, con una escalinata doble con balaustradas y con un interior en forma elíptica en el que se dice que está la tumba de Nasoni, aunque nadie sabe dónde.
A 100 metros de la Torre está la librería Lello y la Iglesia del Carmen. Respecto de la Librería Lello, parece que JK Rowling vivió dos años en Oporto y se inspiró en ella para Harry Potter.
No entramos porque las colas eran interminables.
Las bodegas de Gaia
En algún momento hay que cruzar al otro lado del río, a Vila Nova de Gaia. Es una ciudad diferente a Oporto, aunque son inseparables.
En ella, además de las famosas bodegas, que merecen una visita (nosotros visitamos la famosa Sandeman) tendréis unas bonitas vistas de la Ribeira y un precioso monasterio: el de la Serra del Pilar. Cruzarlo por el puente de Luis I es una experiencia ya que el puente es un magnífico mirador.
Consejos varios para una escapada a Oporto
- De cara a comidas y cenas, los horarios son mucho más europeos de los que tenemos en España
- Oporto es una ciudad que hay que patear y está llena de cuestas y de suelos adoquinados, así que zapato cómodo es imprescindible
- Bonita experiencia viajar en tranvía
- Hay muchos más sitios que merecen una visita si tenéis un poco más de tiempo: las vistas de la ciudad desde los jardines del Palacio de Cristal, recorrer la Rua das Flores, el Museo Nacional de Soares dos Reis, la Fundación de Serralves, la Casa de Música
- Delante de la Iglesia de San Francisco, hay una parada de tranvía que recorre la orilla del Duero hasta casi su desembocadura (Foz de Douro). Ver atardecer allí es precioso. Si sigues por allí puedes llegar hasta Matosinhos donde están las mejores playas.
- Respecto de las comidas, hay que probar la franceshina. Y por supuesto el bacalao en todas sus modalidades), el pulpo, las tripas (parecidas a nuestros callos) y el caldo verde. Pero a mí lo que más me ha gustado han sido las natas, muy parecido a los pasteles de Belem.
- Ir a escuchar fados después de cenar
En conclusión, es un destino muy especial. Sus elegantes barrios y villas señoriales en contrapunto con las estrechas calles y callejones. Es una ciudad para recorrerla andando disfrutando de todos sus rincones con su aire de decadencia.
Lo apunto en mi lista de deseos, como bien dices, cualquier sitio en Europa es el destino estrella. Gracias Amalia
Bonita y tentadora escapada. Allí iremos siguiendo tu recorrido y consejos. Gracias, Amalia
Estuvimos hace un par de años y coincido contigo. Me has hecho rememorar esta ciudad de enorme encanto. ¡Ganas de que nos cuentes sobre los alrededores!