Por Amalia Blanco
Soy una enamorada de India. Cada ciudad y cada trayecto merece ser recordado y nuestro camino de Jaipur a Agra no iba a ser menos
Depende de lo madrugadores que seáis, pero yo os aconsejo salir muy prontito de Jaipur porque hay cosas muy interesantes por el camino.
Para nosotros era fundamental poder llegar a Agra a una hora que nos permitiese ver el Taj Mahal al atardecer (momento inolvidable que por nada del mundo hay que perderse).
Chand Banori y el templo de Harshat Mata
A 90 kilómetros de Jaipur se encuentra el Baori de Abhaneri (también conocido como Chand Banori) y el templo de Harshat Mata, pero nuestro guía nos contó la «bola» de que estaba cerrado por restauraciones y que era imposible ir a verlo.
Un baorí es un pozo escalonado en el que se recoge agua de lluvia, por lo que he leido sobre él, me parece espectacular: 20 metros de profundidad, 3500 escaleras, rodeado por una galería con arcos… mejor no dar vueltas al tema. Nos lo perdimos.
La ciudad fantasma de Fatehpur Sikri
La otra visita imprescindible en el camino es Fatehpur Sikri (La Ciudad Fantasma) y fue al llegar allí donde nos dimos cuenta que nuestro guía tenía prisa por llegar a Agra.
Nos había acompañado por Delhi y Jaipur, pero en Agra cambiabamos de guía y él se tenía que volver junto con el conductor a Delhi. No quería que se le hiciese tarde. Es comprensible, pero no estabamos dispuestos a no ver Fatehpur Sikri al completo.
Según él la Gran Mezquita no merecía la pena!!.
Fatehpur Sikri se encuentra en el estado de Uttar Pradeh y fue mandado construir por el emperador mogol Akbar en 1752.
Parece ser que el emperador no tenía hijos y se fue a consultar a un santo sufi, Salim Christi. Este santo vivía en la colina de Sikri y parece que su bendición le ayudó a tener tres hijos. En agradecimiento quiso construir la ciudad de Fatehpur donde se acogió la corte durante 15 años: se tuvo que abandonar, según dicen, por la falta de agua.
Se declaró patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986 y está maravillosamente conservada/restaurada.
Tiene dos zonas muy diferenciadas: la civil y la religiosa.
La zona civil es un precioso exponente de ciudad amurallada mogol, con zonas públicas y privadas y con una arquitectura que fusiona los estilos hindú e islámico. Espectaculares edificos de arenisca roja que tuvimos además inmensa suerte de ver solos y sin calor. No se puede pedir más.
Y tras salir de la ciudadela, fuimos a la zona religiosa donde la Jama Masjid nos pareció espectacular con una puerta de acceso de 54 metros: la Puerta de la Victoria.
En el patio de la mezquita está la tumba de Sheikn Salim Christi. De mármol blanco con unas celosías maravillosas. Las mujeres de la zona acuden allí cuando quieren tener descendencia y atan en las celosías hilos de lana como ofrenda.
Los colores del Taj Mahal
Y llegamos a Agra. La verdad es que la ciudad nos pareció horrorosa, pero el hotel fue maravilloso. Nos alojamos en el Oberoi Amarvilas, con unas vistas preciosas sobre el Taj Mahal.
Veníamos agotados y nos podíamos haber quedado allí con una cervecita en la terraza, pero queríamos ir a verlo desde la orilla del río Yamuna y eso hicimos.
Fue un verdadero disfrute que nunca olvidaremos. No hay palabras para describir su belleza. Cuando vayáis a Agra, no dejéis de ver el Taj Mahal a diferentes horas. El cambio que el mármol blanco experimenta con la luz del sol es espectacular.