Viaje a Camboya. Descubrir Battambang
Sabíamos que todas las guías recomendaban pasar dos noches en Battambang porque los trayectos en Camboya son largos y las carreteras toda una aventura. Pero el calendario de nuestro viaje no nos lo permitía y decidimos ir a por todas y pasar una sola noche.
El viaje en sí es toda una experiencia. Motos llenas de gente, adelantamientos de tres en tres, y carreteras con unos baches en los que pones a prueba los amortiguadores del coche que te transporta. Se pueden ir viendo escenas de la vida real de Camboya: bodas en las carreteras (en la autopista nos desviaron porque habían montado el banquete de una boda, ¡insólito!) y los 300 km que separan Phnom Pehn de Battambang llenos de puestos de vendedores. ¿A quién venderán 300 km de puestos callejeros?
Las dos paradas que hicimos fueron para el recuerdo.
En la primera paramos en “Silvertown” donde una pequeña gran familia vive de la artesanía de plata y madera. No nos entendíamos, pero manejamos de una manera muy efectiva el lenguaje de las sonrisas y nos llevamos recuerdos de todo tipo.
En la segunda pasamos por un centro artesanal de barro en un paraje maravilloso. Los camboyanos no separaban la vista de su trabajo y hasta tuvimos que hacer un esfuerzo para que nos vendieran un pequeño recuerdo. Está claro que todavía no ha llegado la picaresca a este país.
El viaje fue largo, muy largo y sólo pensábamos que ojalá nos deparara algo que mereciera la pena en Battambang tras ocho horas de interminable y agotador viaje.
Tras visitar un centro de planchas de arroz, nos dirigimos al templo de Ek Phnom. Este templo perdido en medio de campo y lo arrozales sin ningún turista alrededor nos dejó absolutamente hipnotizados. En un área poco extensa pudimos apreciar un gran buda absolutamente maravilloso rodeado de unas tallas en perfectas condiciones. Debajo del gran buda un templo lleno de budas que nos esperaba a nosotros solos y que nos hizo pasar un rato realmente intenso.
El templo en ruinas lo pudimos visitar y explorar a nuestro antojo…, como si lo hubieran puesto para compensarnos de ese largo viaje. Junto al templo hay una pagoda moderna y las delicias del grupo las hizo un pequeño tío vivo de madera que tuvimos el placer de hacer funcionar empujándolo ante los aplausos de unos deliciosos niños camboyanos que se encontraban en los alrededores.
La mañana siguiente la comenzamos con una experiencia única: el tren de bambú. Sobre las antiguas vías del tren colocan unas tablas sobre las que te deslizan a través del frondoso campo camboyano. Como es una experiencia bastante primaria, el problema se presenta cuando viene otra tabla de frente…, simplemente te paras, quitas las tabla y dejas pasar a quien viene…, y a volver a empezar. Totalmente recomendable.
Nuestra última visita le hicimos al templo de Angkorian de Phnom Banan, un templo situado en lo alto de una colina y al que, para acceder no te queda otro remedio que ascender sus 350 escalones. Poco a poco, se consigue y merece la pena visitarlo y admirar las extensas vistas de la campiña circundante sobre ese punto.
Nos faltó tiempo. Realmente recomiendo visitar Battambang, sus paisajes, sus templos, sus experiencias, comer al lado del rio y visitar el mercado. El haber pasado dos noches nos habría dado la oportunidad de disfrutar más de un lugar que, aunque no lo esperábamos, nos brindó gran parte de los mejore mejores del viaje.
Por la tarde abandonamos esta deliciosa ciudad para dirigirnos al lugar más importante y esperado de nuestro viaje: Angkor